viernes, enero 12, 2007

COM -PASION




Hay algo que nos hace exclusivos para transmitir una parte de lo que tenemos en común. Los damnificados por naufragios emocionales, psíquicos o de personalidad sabemos de qué hablamos. El dolor vivido es un patrimonio de difícil gestión, pero que sólo nosotros poseemos y por lo tanto, sólo nosotros podemos compartir y entender a cierto nivel de las palabras compartir, entender o comprender. Pero igualmente que otras minorías están ahí para presentarse, hacerse presentes, actualizarse en la sociedad y ser vínculo con aquellos otros que no hayan vivido lo mismo o que conforman otras identidades; igual que esas otras minorías, nosotros habremos de expresarnos.

Al menos con dos intenciones: una, acercarnos a quienes desconocen nuestros trasiegos psíquicos y dejar de ser para ellos extranjeros del alma; y otra, para aceptar lo vivido como una forma de experiencia, dolorosa y obscura, pero humana.

Sólo reconociendo, re-conociendo eso podemos dejarlo que arda para que se eleve lo que no admita la combustión de reconocerse, compadecerse, absolverse de los patrones automáticos e intrusiones irracionales que nos hicieron dudar de si compartíamos la condición humana con tantos otros como podemos ver cada día.

¿Esos otros serán capaces o querrán sintonizar con nuestra pasión, recuerdo, relato de lo vivido? Esto ya no nos compete a nosotros, quizá hasta ahora muchas veces quisimos en nuestra vidas particulares hacer las cosas de modo que no hubiera otras posibilidades de transcurrir, quizá ahora podemos simplemente dejar fluir nuestro padecer para allanar el camino de otros que aún no han vivido ese dolor profundo del alma y para poder nosotros dejar de ser eslabones sueltos en el oleaje del tercer milenio.

Alonso Ruiz