domingo, abril 02, 2006

CON VIAJE DE VUELTA

Solo existe un viaje:
el que emprendes al interior de ti mismo.
Rainer María Rilke


CON VIAJE DE VUELTA

De las tierras no holladas,
del temible Poseidón
de los tesoros
de los puertos en donde nadie aun consiguió arribar.

Ítaca puede estar más allá
o más acá,
dentro
detrás de la espalda del Tauro del rey Minos. (dentro del laberinto)

Ítaca puede ser una estación de metro
o el anhelo de algo o de alguien que aún no está.

Y puede ser
que Ítaca se haga invisible para ti
para que la puedas buscar
más allá del más allá
en esas tierras de las que algún día tendrás que volver.

Y puede ser
que al llegar…,
la encuentres aun sin amueblar….

Ítaca puede ser ningún lugar

Y es siempre un viaje de vuelta para que lo puedas compartir
para que de las tierras no holladas
de los temibles Poseidones
de los tesoros y los puertos en donde nadie consiguió arribar
hables al resto de los mortales
aunque difícilmente te logren entender.

Pero créeme viejo amigo
porque no me llamo Ulises
sé que Ítaca
esta dentro
de ti.

Chesire

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Os voy a explicar cómo funciona la locura a nivel molecular, a nivel funcional, lo que ocurre dentro de cada neurona super, extra-estimulada en un momento dado por estímulos externos que nadie puede controlar. Las neuronas se conectan entre sí a través de neurotransmisores. Cuando las neuronas son hiper estimuladas, los neurotransmisores salen a gran escala, se produce la llamada época "alta" o de hiper estimulación, o manía, en la que todo es posible, pero realmente se están gastando los neurotransmisores a una velocidad mucho mayor a la normal. Cuando se produce la deplección, es decir ,las neuronas se quedan sin neurotransmisores, entonces se entra en la fase "depresiva", es decir, no es que no tengan nada que decirse unas a otras, si no, que símplemente, no pueden decírselo, con lo cual , necesitan reponerse y en ese momento el individuo, anteriormente lleno de vida y "exultante", es decir, derrochando por doquier los neurotransmisores, pasa a ser una especie de vegetal. Esta fase dura también un tiempo, el tiempo necesario para que se vuelvan a reponer los neurotransmisores. Estas son las interfases. ¿qué es lo que hace que se produzca la primera fase?, sin duda múltiples estímulos externos hacia un sistema nervioso que es el punto débil de algunos individuos, y me refiero a cosas tan cotidianas como el trabajo, el amor o el stress que supone conducir. Algunas personas tienen un hígado débil, otras un páncreas débil y otras un sistema nervioso que responde de una manera determinada a una sobreestimulación. En cualquier caso, todos somatizamos algo en un momento determinado... una diabetes, una hepatitis, un tumor o una manía. Lo bueno de esta última, según mi punto de vista, es que es algo circunstancial y si las mismas o parecidas circunstancias no se repiten, controlable, al contrario que muchas enfermedades con las que hay que convivir de por vida. Bueno chicos, espero haber sido explícita. good night to everyone.


Desire

Anónimo dijo...

Desire, me ha gustado tu explicación. Ha sido muy gráfica, pero ¿qué tiene que ver con las Ítacas? ¿Cuál es el pasaje de vuelta? ¿Cuál el destino? ¿Dónde están los Cíclopes?
¿Qué puede hacer uno para controlar los estímulos que percibe? ¿Es todo tan automático? ¿Los locos estamos solo a expensas de los estímulos que recibamos? ¿Tenemos algúna posibilidad de procesarlo de modo que no revienten nuestras frágiles neuronas?
Espero impaciente tu respuesta.
Francis

Anónimo dijo...

Entiendo que hay que ser respetuoso con cualquier construcción que haga uno mismo para poder explicarse su propia locura.
Pero quería decir tras leer estas líneas que pensar que somos neurotransmisores, que no tenemos nada que hacer ante la hiperestimulación o la deplección, nos deja en un estado de indefensión ante el que solo podemos responder consumiendo de manera ingente todos los psicofármacos que nos receten (eso es lo que hacen los psicofármacos, actúan sobre los neurotransmisores).
O abrir, como Francis, esas preguntas que claman una respuesta que nunca vendrá enunciada desde la química cerebral: ¿qué puedo hacer yo para que mis neuronas no me hagan sufrir tanto?
Somatizar, todos somatizamos. Pero somatizamos NOSOTROS, quiero decir, yo sufro y mi cuerpo habla por mí. Pero hay un YO SUFRO. No sé si me explico bien... ¿Somatizar una manía?
Yo creo que cuando estoy tan tan agitada, cuando tengo que defenderme de la desolación, de no ver a Ítaca por ninguna parte, ni dentro ni fuera, ni más allá, que lo único que puedo hacer es hablar sin parar, pensar sin parar, correr sin parar, y sin parar no veo, entonces, el efecto que se produce es que los neurotransmisores de MI cuerpo, mi presión arterial, mi metabolismo entero me acompaña en ese no parar no parar no parar no parar, hasta que ni mi cuerpo ni yo aguantamos más y juntos nos caemos.
Si justo antes le doy algún fármaco a mis neuronitas y ellas me ayudan a parar y que la caída no sea tan grande ,mejor que mejor.
Pero ya digo que me parece perfecto que cada uno se explique lo suyo como más le tranquilice.

Desde Ítaca...Penélope (sin parar de tejer)
Un abrazo Quijanos

Anónimo dijo...

Tengo mis dudas, Penélope, de que los sucedáneos de neurotransmisores empaquetados consigan aliviar la manía. Sólo la ahogan, la convierten en otra cosa. Me gustaría saber si reducen el tiempo de las fases realmente y si influyen de algún modo en la caída posterior. Yo no he tenido dudas sobre su utilidad en lo psicológico. Si uno tiene que portarse bien para que le dejen de dar descargas, se acaba portando bien, es indiscutible. Así que, como condicionamiento de escape/evitación funciona y parece menos agresivo que el electroshock. Además disimula mejor que la camisa de fuerza o la ducha fría o la lobotomía. Uno babea y se calla al exterior aunque esas correas no puedan impedir que se incendie la mirada y el interior este cargado de dinamita. Lo ideal para mí, sería creer que esas pastillas cuando tuve que tomarlas me hacían conectar con la realidad, pero sólo me creo que me dejan conectar mejor de lo que me hubiera dejado conectar el electroshock. Maldita repetición la mía en negar lo obvio para los demás...Así al menos seguimos viajando, todavía sobre las aguas de la Muerte y la Locura, con el soplo del Amor. Demasiadas sirenas nos tentaron y ya muchas veces tuvimos que recuperar la quilla.
Delfín, el náufrago.

Anónimo dijo...

Mis queridos Delfín, Penélope, Desire y todos: acabo de leer vuestros comentarios y se me ha puesto la piel de gallina, sinceramente. ¿Dónde estaba yo el 2 de abril? Buscando Ítaca, indudablemente. Pero el viaje, como todo auténtico viaje, es un aprendizaje. Y yo creo, precisamente, que la enfermedad (dígase manía/depresión/hiperestimulación/deplección)es también un aprendizaje. Es duro, por supuesto, pero finalmente uno aprende algo fundamental, clave y que ayuda a vivir (al menos, a mí, me ha ayudado mucho): saber que, por supuesto, HAY ALGO MÁS QUE NEURONAS Y NEUROTRANSMISORES EN MI CEREBRO. YO SOY MI CEREBRO. Alguien me robó el mes de abril. Y, ese alguien, tiene nombre y apellidos: Hospital "Ramón y Cajal" y maldita psiquiatría hospitalaria. Casualidades de la vida, el lunes tuve que volver al lugar donde cumplí 40 años el 14 de abril (el día en el que se colgó en este blog "El Jardín de las Delicias". Nunca me había fijado pero el lunes, por fin, sí me fijé. La salida del Hospital está ornamentada con una bella frase del auténtico Premio Nobel que dice, si no recuerdo mal, algo así: "Cada hombre es el escultor de su propio cerebro". Pues eso, yo también me he esculpido el mío a base de comerme la cabeza noches y noches de depresión, días y días de manía, noches y días de Hospital, preguntándome una y otra vez por qué maldita, mil veces maldita predestinación genética, yo, Alicia, había nacido condenada a vivir y revivir la pesadilla de una crisis. Y, ¿sabéis qué? Que, ahora, a un mes vista, y gracias a un maravilloso y real (no delirante) viaje a la auténtica Ítaca -léase Pompeia- he encontrado una bella respuesta: queridos Quijanos, gracias a lo vivido, MI CEREBRO NO ESTÁ, ES QUE ES MUCHO MEJOR QUE LA MEDIA DE CEREBROS CON LOS QUE ME TOCA RELACIONARME. Y, no es presunción, es que yo, nosotros, hemos vivido algo único, estimagtizante a veces, pero -por qué no- único que, si somos listos, podemos utilizar a nuestro favor. Yo, nosotros, PODEMOS APRENDER DE LA EXPERIENCIA. Y, la experiencia, como la vida, es INDIVIDUAL. Puede haber más personas que compartan mi diagnóstico, pero, desde luego, NADIE HA VIVIDO MI EXPERIENCIA. Ese es mi tesoro, mi fuerza y mi poder. No hay nadie como yo. Y yo, os lo garantizo, SOY ALGO MÁS, MUCHO MÁS QUE UN DIAGNÓSTICO, UNA NEURONA O UNA ENFERMEDAD.

Yo soy... Alicia.

Anónimo dijo...

Me conmueve tu texto, Alicia. Nacer es llorar. Pero hay algo más allá y algo más acá de las lágrimas. Más acá está la identidad, más allá, la realidad. Reconocerse es ser consciente de tu identidad en el mundo real. Desde antiguo se habla del comienzo de cualquier sabiduría: "conoce-te". Suerte en ese viaje.
Alonso Ruiz