viernes, diciembre 29, 2006

METAMORFOSIS




No recuerdo cuando fue el “clic”. Pero alguna de las noches en vela dejó de ser vista como la enorme bestia que me había derribado sin compasión en varias ocasiones, y comenzó a ser un aviso de algo interior, inconsciente, sabio, poderoso también, pero mío, de un yo no tan automático y reactivo como el que apagaba de modo infantil el despertador por las mañanas.

A partir de ahí, volví a escucharme, pero no como la cinta grabada que me sometía y me deshacía, sino como un ser que era y estaba para ser, “experienciar”, aprender y aprehender...

Se recolocaron los momentos dolorosos y también los míticos y todos se ubicaron en el lugar de las perlas vitales; de lo que me hacía hombre, adulto, identificado (con una identidad inefable), fruto de un misterio llamado vida, o incluso anterior a eso, llamado entidad. Así pues, pude reconocer lo que vivía y veía como algo nuevo siempre y no como una rueda que solo avanza para volver a tocar el suelo con la misma zona.

Ya no era masa, yo era yo. Y en mi reconocimiento pude identificar a los otros con sus yoes inefables y a la vida despierta como un trance único, irrepetible, real, para el que había nacido con cinco sentidos. Y surgía el privilegio de ser consciente.

De ahí al amor no hay mucho; no en vano, despertar es ama-nacer, pero eso es ya otra historia...

Alonso Ruiz

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