martes, julio 04, 2006

PEACE






Alas, tinieblas, nubes, rocas... Un estruendo árido, una voz que disminuye hasta hacerse paso de ser sin ser. Rotas, abiertas, álgidas esperanzas, simiente de luz en tierra yerma pero..., el viento es lo que queda. ¡Oh!, poetas que vibráis con el eco de las musas, el soplo, aliento, murmullo, tono, voz de los seres alados, de la lluvia de luciérnagas que es la suma de las lágrimas en un momento, en un espacio, en un estar. ¡Oh, poetas!, ¿qué habré de deciros?, si reunís todas las palabras ya. Si la noche se hizo para reuniros, si sois el santoral que teje mi pericardio, si tenéis las preguntas, las respuestas, el canto del amor, de la verdad, de la vid, de la vida. Gracias, mil gracias os debo, gracias por conjurar a los verbos, por conjugarlos, por hacerlos decir todo lo que podrían decir. Quiero saber más (gracias a la vida por darme la curiosidad). Gracias a la savia de los verbos, gracias a las raíces de los poemas, gracias a todos y todas que nacemos, respiramos acordes al ritmo que aprehendemos y un lugar y un momento dejamos atrás la noche de los días y hacemos nuestro personal sendero entre los bosques tintineantes de lo por venir.

Sin armas, sin alas tampoco, y sin saber del todo, pero con el pecho, la coronilla, el perineo y la mirada abiertos a la vida.

Por la paz, siempre por la paz.

Alonso Ruiz.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

LAMENTO EN LA MONTAÑA

Aún te veo, río de mi vida,
con los ojos que miran las montañas.

Yo era una montaña con almendros
montaña solitaria.
Y viniste alegre con tu canto
y me besaste toda con tu agua.
Me dejaste inquietud para la noche
y el alma enamorada.

Aún te veo, río de mi vida,
en la curva lejana,
te vas cantando más entre los chopos,
te vas cantando más que en tu llegada.
Y yo,
paralítica montaña;
inmóvil te recuerdo,
enferma de volcanes, alocada,
espero tu regreso, río loco,
que pasaste besando
mi cuerpo de montaña.
Tuviste que seguir tu destino de río,
y yo el mío triste de tierra amontonada.

Me dice el viento que vas al mar,
Te sigo río mío, con los ojos,
Te sigo río mío con los ojos,
ya que no puedo seguirte con las plantas.
Soñé... te quedarías a mi lado,
como un lago sin cisnes,
para siempre,
acunando mi ansia.
Qué locura más loca
enamorarse de un río una montaña!



GLORIA FUERTES

Anónimo dijo...

Magnífico poema de una magnífica poetisa. Quién prefiere guardar el anonimato? Es una pregunta absurda, verdad? Se contesta sola o no tiene respuesta, algo como los bucles sin sentido, como las calles sin salida, los ríos apresados, las montañas castigadas por la (mala) idea de algún hombre o mujer titulad@ en Caminos.