miércoles, marzo 07, 2007

HE TENIDO SUERTE (IV)




A los 19 años hice algo que no pude repetir hasta mucho tiempo después, renunciar a la gratificación sexual diaria. Eso se acompañó de un brote psicótico. Cuando les dije al psiquiatra y a la MIR que le acompañaba, que mi problema era un exceso de masturbación, no pudieron contener la carcajada. Después cuando encontré a quien se iba a dedicar a escucharme hasta el momento presente, sólo hubo resistencias por su parte. Ahora, descubierto el saber milenario de los chacras, la perspectiva es muy distinta...

“La masturbación produce locura” es una afirmación tan poco matizada como la de “la masturbación es beneficiosa”. Las afirmaciones categóricas son siempre falsas (aunque ésta sea una afirmación categórica). La vida es flexibilidad y los dogmas sólo benefician a unos cuantos agitadores, más o menos oficiales o instalados. Ahora bien, la sexualidad en exceso es tan perniciosa como la represión en exceso de la sexualidad, no creo que sea más o menos mala, es igualmente mala.

Haber aprendido ésto le ha dado sentido a mi vida, forma parte de mi propio aprendizaje vital, de una sabiduría a acumular para estar más cerca del Alma, del Amor, de la Naturaleza. Éstas últimas palabras les chocarán a muchos como lejanas y propagandísticas, y es cierto que se han desvirtuado como muchas otras por un uso abusivo, como la palabra Paz en boca de terroristas o terroristas de Estado.

Pero sin los viajes de la locura, yo no creería como creo en ellas. Sin la pérdida de la realidad, no amaría como amo a la realidad desnuda, al eterno mudar de lo vivo, a ser partícipe y espectador del milagro de existir. Sin la locura no me llegaría a conocer como he llegado a hacerlo, ni miraría al horizonte tan calmo y enamorado del momento de vivir.

Por eso, no puedo entender la agresión, la falta de respeto, la falta de comprensión y la prepotencia con la que se trata a la locura. Unos, para manipularla, otros para aniquilarla, pero como los fundamentalistas, la locura se reproduce aún más, cuanta mayor violencia ejerzamos contra ella.

Si denunciamos la violencia de alguien que debiera estar sometido a tratamiento psiquiátrico, sólo generamos más violencia contra quienes no son violentos, pero pueden empezar a serlo, por la propia acusación, precisamente. Si aplicamos “terapias” aniquiladoras del pensamiento y nos empeñamos en amordazar la locura con fármacos, neurocirugía o electroshock la perpetuamos, la hacemos omnipotente y además, evitamos su función natural.

Sí, es un fenómeno natural, pero clasificar maniqueamente los fenómenos naturales en buenos y malos nos aleja de su conocimiento en profundidad. Decir que la locura es una enfermedad y nada más que eso es muy parecido a decir que la masturbación seca el cerebro. Son dos afirmaciones hechas desde dos aparatos propagandísticos cuyo verdadero fin es perpetuar su propio poder.

Alonso Ruiz

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